Anti - Guía para el miedo

Se cree que los grandes miedos aparecen debido a experiencias muy traumáticas, pero la realidad es que pocas veces sucede así. Y no es que tengamos mucha resiliencia en la vida, sino que para cultivar un temor incapacitante, habitualmente hay que afanarse día... con día... y echarle ganitas.

Para presumir de un miedo robusto, como ese que se ve en las películas de Hollywood tipo El Conjuro y así, hay que hacer sacrificios como: no decir algunas cosas, quedarte con ciertas ganas, negarte varios permisos... todo para hacer que esa semillita del miedo, que efectivamente extraemos de los eventos desafortunados, germine como una saludable enredadera.

De lo contrario, si no le echas ganas, convertirás ese evento desafortunado en un #aprendizaje, o le verás el lado positivo y ya no te va a servir para cultivar un miedo.

El secreto consiste en mantener constantes estrategias de evitación. Te daré un ejemplo, ¿te apetece tenerle miedo a las cajas de cartón?

Empieza por sacar de tu casa toda caja de este ominoso material o arrincónalas lejos de tu vista y de tu tranquilidad. Si haces el súper, opta por productos empaquetados con bolsas, en lugar de las maléficas cajas. Repítete una y otra vez en tu mente lo malignas que son, visualiza distintas formas de morir víctima de una caja y... de paso, date la oportunidad de extender tus cautelas a otros objetos de cartón. Al cabo que uno nunca sabe.


No dejes de poner en práctica tus rituales de evitación en cualquier ocasión que puedas. Haz del miedo tu nueva religión.

Si eres perseverante, lo verás crecer hasta volverse una llamativa fobia. ¿Quién no quisiera tener una fobia? Las personas más interesantes de la historia, tuvieron la suya: Freud le temía a los trenes, el señor Eiffel a los edificios altos y Disney a los ratones. ¿Tu cómo vas a distinguirte?

Esta técnica funciona igualmente con las arañas, las alturas, los esparadrapos, los políticos o los #gatitos. Lo peor son los gatitos... incluso les corresponde a esas bestias del mal, una fobia con un nombre sofisticadísimo. Googoléalo.

El miedo a ser feliz se llama cherofobia, #PorSiOcupas

Ahora que, si en lugar de aprovechar toda ocasión para alguna estrategia de evitación, como te sugiero, te das el lujo de ir hacia el objeto de tu miedo; o sea, si lo afrontas, lo vas a debilitar y progresivamente te quedaras sin NADA. Sin nada de ese miedo, digo. Después no digas que nadie te lo advirtió.

Por eso, no te confíes¡!, no importa cuán fuerte te parezca la semilla de tu miedo, siempre cuida de no afrontar tus temores: no los encares, no te desafíes, no los trivialices. Un saludable miedo incapacitante, necesita alimentarse de tu convicción de que eres tremendamente frágil, y por eso necesitas dejar tus fortalezas a un lado.

Mientras más frágil te creas, más incapacitante va a ser tu miedo.

Al final, descubrirás que valió la pena. Un buen miedo, nunca se va a apartar de tu lado y te dará múltiples pretextos para no arriesgarte en la vida o no esforzarte demasiado. ¿Qué más se podría desear?