En este carnaval al que llamamos vida, hay quienes salen a buscar a su gente cuando se sienten felices, y también hay los que rehúyen de los demás cuando se sienten tristes.

Algunas personas no marcan límites sino hasta que el enfado las motiva a hacerlo, y otras corren despavoridas en dirección opuesta de la que se les apareció el miedo.
Hay quienes dan gritos, en todo caso…
Pero existen casos, en los que alguien derrama lágrimas cuando está triste, lo mismo que cuando está asustado o enojado, cuando se siente sorprendido, alegre, emocionado o con indigestión estomacal.
Hablando para no variar, de Inteligencia Emocional, es útil saber que cada emoción nos moviliza en una dirección especifica, hacia la que hay que dirigir nuestras decisiones y acciones con la meta de resolver lo que sentimos.
Pero si fuera sencillo, cualquiera lo haría.
El reto es a) identificar qué emoción tenemos y b) inventarnos una forma correspondiente para resolverla. Y si sentimos muchas emociones, cada cual necesitara un poquito independiente de nuestra atención creativa para resolverse.