miércoles, 10 de diciembre de 2014
jueves, 13 de noviembre de 2014
Lo bueno & Lo malo
Tenemos demasiada prisa en determinar que es bueno y que es malo, y frecuentemente la vida nos demuestra que lo bueno no lo era tanto, y lo malo no era tan malo.

Ojalá tuviéramos el hábito de darle chance a las circunstancias, de prestar atención y dejar que la vida nos sorprenda. Pero ordinariamente, tachamos de malo aquello que no cubre nuestras expectativas, y aplaudimos cuando la vida es condescendiente con nosotros.
Lo que se ajusta a nuestra obsesión por controlar es bueno, pero lo que se nos escapa es perturbador, atemorizante, condenable y susceptible de ser nulificado, si podemos. Sino, solo lo sufrimos, alimentando nuestra imaginación con escenarios catastróficos y las mil posibilidades de finales desastrosos.
¿Como sabes que esto que te sucede es malo?, ¿sabes ya cómo termina la historia?, ¿por qué no puedes esperarte al desenlace?
No corras, porque si lo haces la vida no te va alcanzar
O al menos, esto es lo que me repito todas las noches, y me adentro después en los terruños de Morfeo.
Buenas noches, buenas gentes!!
Lo bueno & Lo malo
Ojalá tuviéramos el hábito de darle chance a las circunstancias, de dejar que la vida nos sorprendiera. Pero ordinariamente, tachamos de malo aquello que no cubre nuestras expectativas, y aplaudimos cuando la vida es condescendiente con nosotros.
Lo que se ajusta a nuestra obsesión por controlar es bueno, pero lo que se nos escapa es perturbador, atemorizante, condenable y susceptible de ser nulificado, si podemos. Sino, solo lo sufrimos, alimentando nuestra imaginación con escenarios catastróficos y las mil posibilidades de finales desastrosos.
¿Como sabes que esto que te sucede es malo?, ¿sabes ya cómo termina la historia?, ¿por qué no puedes esperarte al desenlace?
viernes, 10 de octubre de 2014
Cuida tus palabras
No es por hacer chisme, pero en el cerebro tenemos un sistema detector de peligros, justo en el centro de nuestro sistema emocional: la amígdala. Ella registra todo el tiempo amenazas a nuestra tranquilidad y bienestar.
Pero la amígdala no solo está al pendiente de lo que sucede a tu alrededor, también monitores las acciones que eliges hacer desde la superficie de tu cerebro (neocortex), de modo que si piensas en monstruos, tu amígdala reaccionará como si hubiese cerca un peligro monstruoso. Es muy paranoica, ella.
viernes, 5 de septiembre de 2014
El mito del sexo sin compromiso
Por Mario Alberto Reyes/ Agencia NotieSe

El no involucramiento de las emociones durante las relaciones sexuales fortuitas es una falacia, porque no obstante los cuerpos se liberan de la ropa, simultáneamente se visten de anhelos, expectativas y deseos que conducen a un aislamiento de la realidad en el que los individuos se pertenecen mutuamente y dejan de sentirse solos, señaló el psicólogo Hernán Paniagua.
Explicó que contrario a las expectativas de mucha gente que busca sexo sin establecer compromisos, por lo menos siempre está presente el relacionado con tener relaciones sexuales con la persona contactada, porque en caso de negarse, surgirán las reclamaciones y el recordatorio del compromiso de acostarse con ella.
Paniagua, quien es responsable del Departamento Académico de Anodis Consejería, definió como “una realidad” que en el ambiente gay las personas se sienten “tremendamente solas”, motivo por el cual las relaciones sexuales constituyen un paliativo. Mencionó que una de las causas de la adicción al sexo, podría estar basada en la asociación entre el acto sexual y el contacto físico interpretado como muestra de afecto y aceptación.
El mito del sexo sin compromiso (Publinota)
El no involucramiento de las emociones durante las relaciones sexuales fortuitas es una falacia, porque no obstante los cuerpos se liberan de la ropa, simultáneamente se visten de anhelos, expectativas y deseos que conducen a un aislamiento de la realidad en el que los individuos se pertenecen mutuamente y dejan de sentirse solos, señaló el psicólogo Hernán Paniagua.
Explicó que contrario a las expectativas de mucha gente que busca sexo sin establecer compromisos, por lo menos siempre está presente el relacionado con tener relaciones sexuales con la persona contactada, porque en caso de negarse, surgirán las reclamaciones y el recordatorio del compromiso de acostarse con ella.
viernes, 6 de junio de 2014
Homosexualidad: hoy en día
En Diciembre 1998, se emitió una declaración de posición con respecto a que la American Psychiatric Association (A. P. A.) se opone a cualquier tratamiento psiquiátrico, tal como terapia “reparadora” o de conversión, que se base sobre asumir que la homosexualidad per se es un desorden mental o en el supuesto que el paciente debería cambiar su orientación sexual homosexual (ver Apéndice1). Con esto la A. P. A. se unió a muchas otras organizaciones profesionales que se oponen o son críticas con las terapias “reparadoras”. La siguiente Declaración de Postura se explaya y elabora sobre la declaración emitida a fin de dirigirse más a preocupaciones públicas y profesionales sobre terapias dirigidas al cambio de orientación o identidad sexual del paciente. Aumenta la declaración de 1998 más que reemplazarla:
En el pasado, definir a la homosexualidad como una enfermedad atrincheraba el oprobio moral de la sociedad con las relaciones entre el mismo sexo. En el clima social actual, declarar que la homosexualidad es un desorden mental surge de los esfuerzos para desacreditar una creciente aceptación de la homosexualidad como variante normal de la sexualidad humana. Consecuentemente, la cuestión de cambiar la orientación sexual se ha politizado mucho. La integración de gays y lesbianas al cauce principal de la sociedad Americana encuentra la oposición de aquellos que temen que tal integración esté mal moralmente y sea dañina para la trama social.
martes, 27 de mayo de 2014
Discriminación en el Ghetto; la homofobia Gay
martes, 22 de abril de 2014
Cuéntame un cuento... sin sangre
“...y entonces, su mamá advirtió a Caperucita: toma el camino largo y no te detengas para que llegues antes de oscurecer, evita el camino corto porque ahí acecha el lobo feroz, y si te encuentra te va a comer y no volveremos a verte…”I.
De manera muy desenfadada podríamos hablar de dos momentos históricos para los cuentos de hadas: uno marcado por la creatividad de Charles Perrault y los hermanos Grimm, y otro que se define por la narrativa moderna de Walt Disney.
En el primer momento, los cuentos para niños estaban plagados de escenas de horror, muerte y sangre al más puro estilo de Quentin Tarantino; y posteriormente ya no, gracias al toque de Disney. A los niños de la actualidad les horrorizaría saber que en un principio la sirenita no solo pierde su voz, sino que el príncipe nunca la pela y ella termina sola y disolviéndose en espuma sobre las olas del mar.
viernes, 4 de abril de 2014
La necesidad de vincularnos
Y así como fue al principio de los tiempos, lo sigue siendo hoy en día en la vida de cada uno de nosotros y nosotras: queremos pertenecer. Buscamos incorporarnos a la vida de los demás y recíprocamente, incorporar a los demás a nuestra vida volviéndonos mutuamente significativos. A eso le llamamos “relaciones”, y cotidianamente solemos afirmar que no hay cosa más complicada que eso.
jueves, 13 de marzo de 2014
El desgaste emocional de un /a cuidador/a
Los cuidadores primarios son personas que mantienen el contacto humano más estrecho con un paciente incapacitado o enfermo. Su principal función es satisfacer diariamente las necesidades físicas y emocionales del paciente, mantenerlo vinculado con la sociedad y proveerle afecto. Su trabajo adquiere gran relevancia para las personas que rodean al enfermo, especialmente a medida que progresa la enfermedad.

Además de brindar atención directa al paciente, los cuidadores juegan un papel crucial en el mantenimiento y cohesión de la familia.
La Historia de un Cuidador Primario
“Cuando mamá enfermó”, dice un cuidador, “me di cuenta de que alguien de su edad no puede ya vivir sola; y como en ese momento no tenía trabajo ni ningún otro compromiso, me pareció lo más oportuno mudarme con ella para cuidarla y que tuviera compañía. A mis hermanos les pareció buena idea también, y acordamos que me pasarían un dinero cada mes para comprar las medicinas de ella y apoyarme económicamente.”
Así comienza esta historia cuando la vejez llega a la familia, a veces acompañada de enfermedades crónicas u otras circunstancias que merman la calidad de vida y autonomía del adulto mayor, haciéndolo vulnerable para enfrentar los quehaceres cotidianos. Pagar a una enfermera o enfermero de planta es algo que pocas familias pueden permitirse.
La fatiga del cuidador I
Cuando mamá enfermó, dice, me di cuenta que alguien de su edad no puede ya vivir sola; y como en ese momento yo no tenía trabajo o ningún otro compromiso al que dedicarme, me pareció que los más oportuno era mudarme con ella para cuidarla y que tuviera una compañía. A mis hermanos les pareció buena idea también, y quedamos en que me iban a pasar un dinerito cada mes para comprar las medicinas de ella y yo tuviera un apoyo económico.
Así comienza esta historia cuando la vejez llega a la familia, a veces acompañada de enfermedades crónicas u otras circunstancias que merman la calidad de vida y autonomía del adulto que al ser ya mayor, se vuelve vulnerable para hacer frente a los quehaceres más cotidianos de su vida. Pagar una enfermera o enfermero de planta que le brinde los cuidados que papá o mamá necesitan es algo que pocas familias pueden permitirse, y cuando no es uno, sino ambos padres quienes requieren de esta atención, la inversión financiera constituye un sacrificio real.
viernes, 7 de marzo de 2014
El rompecabezas de la pareja
Imagina que por azares del destino, necesitas armar un rompecabezas de 5,000 piezas; o de cualquiera de esos que te tardas en resolver poquito más de una semana. Supongamos que por alguna extraña razón, repartieran las piezas de una forma en que tú te quedaste con la mitad y alguien de tu entera confianza recibió la otra mitad. Este es un trabajo en equipo, evidentemente.
Estamos entonces, en el entendido de que deberás reunirte con la otra persona para cumplir el reto: ambos, cada cual con la mitad de las piezas del rompecabezas, van a colaborar hasta el final y por partes iguales. Sin embargo, ¿sabes lo que sucede recurrentemente en el contexto de este experimento hipotético?, que cada uno de los participantes del juego se retira a un rincón aislado e individualmente busca terminar el rompecabezas completo con solamente la mitad de las piezas.
Evidentemente no se trata de si se es el armador de rompecabezas número uno mundial o la persona más inteligente de todos los tiempos; en cualquiera de los casos se está condenado a fracasar porque este juego es un reto colaborativo.
Y es que este experimento hipotético es en realidad un paralelismo de las relaciones de pareja, como probablemente intuiste ya. Un juego compartido que está plagado de retos cotidianos; circunstancias que pueden resolverse sobre la marcha, porque cuentas con todos los elementos necesarios para solucionar cada situación, solo que esos elementos, las piezas del rompecabezas, están repartidas entre las dos personas que componen la pareja.
Y efectivamente, lo que suele suceder es que cada participante de la relación se quiebra la cabeza tratando de idear individualmente una solución ingeniosa y contundente para resolver los conflictos de pareja; pero ni aun construyendo la mejor de las soluciones lograría arreglar desde lo individual lo que es un reto de dos.
¿Me sigues? Es la diferencia entre una relación colaborativa y una competitiva.
En una relación competitiva, uno de los participantes triunfa sobre el otro, que es el que pierde. En una relación colaborativa ambos participantes ganan y ninguno pierde. Y cuando hablamos de una relación de pareja, si alguno de sus integrantes viene perdiendo, la relación entera pierde; no importa cuán a gusto esté el otro miembro de la relación.
Las características básicas de una pareja que está relacionándose de manera competitiva son la mala comunicación, el mal sexo, las emociones negativas que son tanto sostenidas día con día, como recíprocas, y finalmente, la violencia. Porque como a nadie le gusta perder, tarde o temprano pasaremos de los intentos de negociar a las imposiciones sordas.
Para construir una relación colaborativa en una sociedad que aplaude y refuerza la competencia, es importantísimo el que logremos comunicarnos con asertividad para lograr un intercambio claro de lo que necesitamos y de lo que esperamos del otro. Necesitamos ser lo suficientemente generosos para facilitarle a nuestra pareja nuestras piezas del rompecabezas, y tan humildes que aceptemos que sin sus piezas, nosotros no vamos a poder solucionar nada en el contexto de la relación.
Las piezas: esas unidades de información que implican saber cómo se siente la otra persona, que le comunican lo que espero de él o de ella. O al revés: mi apertura para comunicarle mi vivencia de la relación que compartimos o mi interés para conocer las expectativas que tiene hacia mí. ¿Cuánta disposición tienes tú de compartir con tu pareja?
El rompecabezas de la pareja
Estamos entonces, en el entendido de que deberás reunirte con la otra persona para cumplir el reto: ambos, cada cual con la mitad de las piezas del rompecabezas, van a colaborar hasta el final y por partes iguales. Sin embargo, ¿sabes lo que sucede recurrentemente en el contexto de este experimento hipotético?, que cada uno de los participantes del juego se retira a un rincón aislado e individualmente busca terminar el rompecabezas completo con solamente la mitad de las piezas.
Evidentemente no se trata de si se es el armador de rompecabezas número uno mundial o la persona más inteligente de todos los tiempos; en cualquiera de los casos se está condenado a fracasar porque este juego es un reto colaborativo.
viernes, 14 de febrero de 2014
Donde nace la fuerza de voluntad
La fuerza de voluntad es la potencia requerida para materializar los cambios que pretendemos para nosotras o nosotros mismos y para nuestra vida. Se dice que cuando estamos bien motivados, la voluntad es mucha; pero cuando no, incluso el levantar un dedo nos cuesta horrores.
Al mismo tiempo, la imaginación es esa capacidad con la que todos los seres humanos estamos familiarizados, y que nos permite bocetar nuevas realidades y distintas alternativas de acción. Recordar es usar la memoria, imaginar es tomar un recuerdo y reelaborarlo desde diferentes perspectivas, cambiando las situaciones y dándole otros sentidos. Imaginar es tomar un elemento mínimo y construir historias completas, narrativas nuevas, aventuras sorprendentes.
La imaginación es también donde construimos expectativas y desde donde futurizamos. Los grandes proyectos personales son a primera instancia imaginados, después proyectados. Cualquier proyecto social es de inicio una imaginación.
La “idea” es la unidad mínima de la imaginación, y hay algo muy interesante con las ideas que tenemos, porque algunas tienen un peso propio y una forma tan específica que nos atraen a ellas para materializarlas, y cuando no lo hacemos nos frustramos. Una buena idea necesita ser platicada, compartida, ejecutada y aterrizada en la vida para cambiar la realidad.
La imaginación alimenta nuestra realidad a través de nuestros actos de voluntad; por ejemplo, si yo tengo la idea de que el idioma inglés es una lengua desagradable, el aprender a hablarlo me va a ser doblemente difícil que para otra persona que imagina cosas positivas acerca del mismo idioma, no tendré tanta voluntad para aprenderlo. A veces pasa que nos hemos imaginado cosas tan emocionantes para nuestro futuro, que lo último que queremos es quedarnos con las ganas, porque “quedarse con las ganas” es en sí mismo, el hecho de haber generado fuerza de voluntad y no permitirnos aprovecharla.
La fuerza de voluntad es el juguito que les sale a las buenas ideas, a esas ideas sólidas, emocionantes y con las que nos sentimos identificados. Cuando imaginamos una situación que sintoniza con nuestros valores, es necesario poner manos a la obra; y ese impulso es la fuerza de voluntad.
El gran inconveniente de la imaginación es que la tenemos muy desacreditada, ¿podría ser que fueras de esas personas que creen que la imaginación es nada más cosa de niños?, hay quienes piensan que cerrar los ojos y dedicarse a imaginar es una pérdida de tiempo, o que prestarle demasiada atención a nuestra imaginación puede conducirnos a la locura. En más de un sentido, la imaginación nos asusta, y la descartamos afirmando que no es real. Pero lo cierto es que la imaginación es nuestra pre – realidad.
Supongamos que tienes una entrevista de trabajo importantísima y que te asusta mucho la posibilidad de no conseguir el puesto, imaginas al reclutador gritándote que te marches y que no le hagas perder el tiempo: “¿señorita, para que aplica a este puesto si es una incompetente?”, “¿caballero, en qué borrachera pensó que nos interesaríamos por usted?”. Cuando imaginamos escenarios catastróficos, nuestra fuerza de voluntad materializa realidades catastróficas.
Y lo bonito reside en que cuando imaginamos escenarios esperanzadores, materializamos realidades esperanzadoras, porque la realidad que vivimos es lo que construimos con nuestra voluntad, y si nos gustamos o no, si nos gusta nuestra realidad o no, es por como administramos esa fuerza.
Pero por alguna razón, mientras podemos imaginar escenarios catastróficos con absoluta espontaneidad y sin esfuerzo, los escenarios esperanzadores nos cuesta un poco más de trabajo. Para hacernos la película donde el reclutador nos dice “será muy productivo el que usted se incorpore a nuestra empresa y le agradecemos que nos haya considerado en su proyecto profesional”, necesitamos manipular conscientemente la imaginación y construir estas expectativas que van a impulsar nuestra voluntad.
Si imagino escenarios catastróficos, debilito mi fuerza de voluntad. Si imagino escenarios esperanzadores, seré imparable.
Para operar de manera consciente mi imaginación, necesito primero observar cómo funciona cuando imagino escenarios catastróficos: probablemente son secuencias de colores vívidos, de sonidos claros y estridentes, con detalles muy definidos y una permanente sensación emocional que se ancla en mi cuerpo, estas imaginaciones aceleran mi ritmo cardíaco y me cortan el aliento.
Para imaginar escenarios esperanzadores que alimenten mi fuerza de voluntad, necesito visualizar entonces colores vívidos, sonidos claros, detalles definidos… la única diferencia es que deberé hacerlo de manera consciente y con total intención. Te apuesto a que con el tiempo, si lo haces las suficientes veces, empezarás a lograrlo de manera natural y espontánea porque se volverá un hábito nuevo.
¿Tienes una meta a la que te gustaría imprimirle más fuerza de voluntad?, imagínate alcanzándola, visualízate experimentando ya ese logro, imagina lo que te dirán las personas con quienes compartas ese éxito, lo que cambiará en tu vida como repercusión a ese objetivo alcanzado y las sensaciones emocionales y físicas que te generará la satisfacción por ese logro. Dalo por hecho, porque ya lo imaginaste.
Tu fuerza de voluntad nace de lo sólido que sea lo que tú te imaginas, vive tu imaginación como tu pre – realidad y moldea tu vida desde esta dimensión.
Donde nace la fuerza de voluntad
Al mismo tiempo, la imaginación es esa capacidad con la que todos los seres humanos estamos familiarizados, y que nos permite bocetar nuevas realidades y distintas alternativas de acción. Recordar es usar la memoria, imaginar es tomar un recuerdo y reelaborarlo desde diferentes perspectivas, cambiando las situaciones y dándole otros sentidos. Imaginar es tomar un elemento mínimo y construir historias completas, narrativas nuevas, aventuras sorprendentes.
La imaginación es también donde construimos expectativas y desde donde futurizamos. Los grandes proyectos personales son a primera instancia imaginados, después proyectados. Cualquier proyecto social es de inicio una imaginación.
miércoles, 15 de enero de 2014
La psicoterapia, hoy.
La psicoterapia es una disciplina que ha venido modificándose y adaptando con el paso de las décadas; existe tan en función de la sociedad, que cuando las sociedades cambian, lo mismo lo hace la psicoterapia y en este contexto, también el psicoterapeuta.
Su objetivo es proporcionar soluciones a los problemas cotidianos, y al mismo ritmo en la sociedad cambia la definición de “problema” o “salud”, y la manera de abordar las dificultades, también cambia y se adaptan las premisas de la psicoterapia. No es necesario abundar mucho en el cómo hace cincuenta años algo podía ser un grave problema y hoy apenas un asunto simple y habitual de la vida cotidiana. Los valores de las sociedades evolucionan, como también lo hacen nuestros intereses, expectativas y recursos personales de los que echamos mano para afrontar la vida.
Pero frente a esta evolución incontenible, cuando hablamos de la psicoterapia los referentes que tenemos más a la mano son las viejas usanzas y los viejos modelos de hacer terapia: un diván, un hombre con barba expresándose en monosílabos, y el prolongado etcétera que a cada quién se le puede ocurrir. La vieja psicoterapia no es apetecible para los valores de hoy en día, por eso y con esas imágenes pasadas de moda, muchas personas descartan la psicoterapia como una posibilidad útil.
Hoy en día no buscamos quién nos diga que hacer o nos juzgue desde una postura de superioridad, tampoco nos interesa demasiado hablar interminablemente sin recibir ninguna retroalimentación. Así era la vieja psicoterapia y funcionaba para esa sociedad que fuimos alguna vez. Obvio, ya no.
Antaño aplicaba muy bien el chiste de que “la psicoterapia es la única profesión donde el cliente nunca tiene la razón”. Hoy no reímos tanto con esta broma.
En la actualidad existen cerca de doscientos modelos distintos de psicoterapia, hablo de los reconocidos, al menos: terapia gestáltica, cognitiva – conductual, sistémica, conductista, racional – emotiva, de redecisión, programación neutro – lingüística o psicodinámica entre muchas otras. Cada una de ellas tiene su propia manera de operar y construir el cambio, pero hoy todas comienzan a alinearse en un nuevo enfoque donde lo que “funciona” se impone sobre lo que “no funciona”, donde los recursos de la persona son tan o más importantes como el problema, y donde la persona es experta en su propia vida. Ahora en la psicoterapia sucede que desde el diálogo se construyen mejores realidades.
Por eso, la psicoterapia es algo distinto a los clichés que todavía vemos en los programas de televisión, en los que por razones de entretenimiento, se estereotipan tanto al o a la psicoterapeuta, como a la tremenda diversidad de personas que se apoyan en este servicio.
Con el auge del desarrollo humano como concepto que se ha independizado propiamente de la psicoterapia, la psicoterapia ha desarrollado metodologías muy puntuales para no solo curar heridas emocionales o resolver temas pendientes del pasado, sino también para auxiliar en los procesos de toma de decisiones, para desarrollar habilidades como la creatividad, el empoderamiento, la inteligencia social o sexual y el liderazgo, autoestima, y etcétera, o simplemente conocerse mejor a una o uno mismo.
La psicología como ciencia humana, y la psicoterapia como disciplina profesional, han necesitado aterrizar sus prácticas en la vida cotidiana para ser de utilidad y mantenerse vigentes en la sociedad moderna (o postmoderna), para eso tuvieron que resignificar e incorporar profundamente las nuevas nociones de humanismo, espiritualidad y practicidad. Porque, ¿de qué serviría toda una teoría freudiana si no puede aterrizarse en el día a día?
La psicoterapia, hoy.
Su objetivo es proporcionar soluciones a los problemas cotidianos, y al mismo ritmo en la sociedad cambia la definición de “problema” o “salud”, y la manera de abordar las dificultades, también cambia y se adaptan las premisas de la psicoterapia. No es necesario abundar mucho en el cómo hace cincuenta años algo podía ser un grave problema y hoy apenas un asunto simple y habitual de la vida cotidiana. Los valores de las sociedades evolucionan, como también lo hacen nuestros intereses, expectativas y recursos personales de los que echamos mano para afrontar la vida.